20 junio 2007

El viejo Bob

Bob Dylan acaba de ganar el Premio Príncipe de Asturias y no pocos quisieron dejar esa alegría por escrito. Sabina y Serrat fueron tajantes: “Es el máximo representante de la música en inglés de la segunda mitad del siglo XX”, dijo el primero; “sin él ni se entiende la música, ni los últimos 50 años”, concluyó el segundo.
Recuerdo que hace ya algún tiempo lo llamé cantautor y me enmendaron la plana. Resulta que, no sé cuándo ni dónde, el propio Dylan había advertido que ya no quería seguir desempeñando ese oficio.
A propósito de eso, el escritor Ray Loriga señaló que Robert Allen Zimmerman (que ese es su verdadero nombre) debió “soportar la carga de ser dios en una época en la que estaban muy necesitados de dioses, como fueron los sesenta. Y, además, tuvo el coraje para dejar de serlo”.
Al parece el viejo Bob ya también se convenció de que a este mundo le sobran mitos y le falta gente común y corriente, individuos que digan y hagan cosas normales. “Dylan nos conmueve con su ejemplo”, dice Andrés Calamaro y eso debería bastarnos.

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