19 agosto 2006

Pancho y Martí se despiden

En Dajabón, el 1 de marzo de 1895, Pancho y José Martí se despidieron. “A Pancho, sujetándome el corazón –escribió el Apóstol a Máximo Gómez–, se lo devuelvo”. Acto seguido los dos hombres se abrazaron por última vez. El joven volvió a Montecristi y Martí navegó hasta la guerra.
Ochenta días después, José Martí cayó abatido en una absurda escaramuza. Vestido de negro, como si fuera a dar un discurso y no la vida, galopó directo a las balas enemigas. De nada valió todo lo que se hizo para protegerlo. Aún hoy parece inexplicable aquel incidente que privó a Cuba del hombre que más necesitaría una vez que fuera libre.
De Pancho haber continuado el viaje con Martí, es probable que hubiera caído a su lado, en Dos Ríos. “Llegó Pancho ayer –respondió Gómez desde Montecristi el 4 de marzo–, al que usted no debió devolver sino llevarlo”. Pero el muchacho estaba predestinado y finalmente se alistó. Pancho desembarcó en Cuba en el vapor Three Friends y El 7 de diciembre de 1896, ya con el grado de capitán, fue alcanzado por las ráfagas mientras trataba de rescatar el cuerpo sin vida de Antonio Maceo.
A partir de entonces se llamó Panchito Gómez Toro y se convirtió en un héroe, como su padre, Máximo Gómez, y como José Martí, aquel poeta que le dijo adiós sujetándose el corazón.

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